Durante bastante
tiempo, en el campo de la ilustración mi área de trabajo ha venido siendo la
ilustración erótica o “hentai”, bajo el pseudónimo de “Candle” varias de mis
ilustraciones pueden encontrarse aquí y allá en la web. Actualmente estoy intentando
abrirme a más campos para responder a un compromiso demasiado postergado con
otro tipo de personajes y de historias. Pero no puedo regresar de mis andanzas
a través del mundillo de la ilustración erótica sin hablar de ella.
Como cualquier otro personaje
de ficción, Ludja no nació de un único sitio, intentar concretar todo lo que
sirvió para darle forma puede ser difícil y confuso, y, siendo un personaje de
fantasía erótica, intentarlo puede provocarme más de un rubor, pero mi ama no
me perdonaría el no intentarlo, así que no tengo más
opción que regresar en el tiempo e intentar ver con la mayor claridad posible
cómo fue el principio. De hecho este punto no es difícil, ocurrió mientras
estaba viendo por enésima vez El regreso del hombre lobo (Paul Naschy,
1980), por aquel entonces ya estaba trabajando como ilustrador erótico así
que esos eran los ojos con los que constantemente debía traducir la realidad, por
lo que en la escena en la que la condesa Bathory se alimentaba de un durmiente
Waldemar Daninsky no logré evitar pensar qué pasaría si en lugar de esto la
condesa hiciera “esto”. Sin duda se entiende a lo que me refiero, pues bien,
este fue uno de los principios.
El horror gótico es uno
de mis géneros o sub-géneros favoritos sino el que más, y en aquel tiempo,
centrado más en la parodia erótica, llevaba demasiado tiempo sin frecuentarlo,
así que cuando vi la posibilidad de combinar ambos mundos, “ella” ya se había saltado
la regla de no entrar sin ser invitada y estaba cobrando forma en mi mente.
Aunque vayan a terminar muriendo en el anonimato, prefiero ser ambicioso con
mis personajes y no escatimar en su diseño y trasfondo, es el primer paso
correcto para que puedan ganarse un lugar en la mirada de alguien, y Ludja me
hizo sufrir antes de dejar que la viera con su forma definitiva, estaba ahí,
como una sombra acariciando tras las cortinas o una risa elegante y afilada
desvaneciéndose al final de corredores oscuros, pero, cuando por fin pude
verla, me fue imposible negarme a ella.
Con su diseño esperaba
combinar una estética clásica con algo que la hiciese lo suficientemente
característica por ella misma para que fuese algo más que una simple
repetición. Su transfondo responde también al mismo objetivo. Ludja pretende
recuperar un vampirismo de la vieja escuela, parecido al de las viejas
películas de la Hammer, un vampirismo compuesto de raso negro y terciopelo
rojo, lugares oscuros, olor a vejez encerrada, ataúdes chirriantes y una voz
susurrante que dice “ven a mi”. En mi humilde opinión, en la actualidad el
vampirismo está perdiendo más de lo que está ganando, se está volviendo
demasiado mundano, con el propósito de volverlo más creíble o asumible por el
público actual se aleja cada vez más de las bases que definieron su atractivo
en un principio. Reniega de su monstruosidad y sobrealimenta sus aspectos
románticos y eróticos, aspectos que antiguamente sólo estaban presentes a un
nivel connotativo, si bien en Ludja el aspecto erótico pretende estar muy
sobrealimentado ;), mi propósito es no dejar a parte la naturaleza del monstruo
ni intentar socializarlo. Al fin y al cabo eso es lo que la hace excitante, no
saber cuando el monstruo va a optar por acariciar en lugar de rasgar, cuando
exigirá sangre o cuando exigirá…
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